"A la vida misma..."
El
poemario "A la vida misma..." de Marilaria Estévez podríamos leerlo
en momentos.
Un
primer momento donde la voz de Marilaria es tierna, interrogante e imperativa
donde el silencio, el sueño, la ausencia, el vacío y el amor son los
sentimientos y las sensaciones transformadoras.
Las transformaciones van acumulando
"cicatrices". El espacio de esas cicatrices en vuelve en un abismo
(Aterciopelado).
El tiempo de esas transformaciones es el instante, la
fragilidad del tiempo, el desmoronamiento temporal explícito (Frágil).
LA palabra es amorosa, ondulante, se traslada en recursos
literarios mediante la antítesis y la metáfora "noches y alba; ternuras y angustias"
"matiza el tiempo/en nuestro otoño".
El segundo momento presenta un quiebre a partir del poema
(Abuelas coraje de Plaza de Mayo), la palabra cobra otro valor el del
reconocimiento, la denuncia, la búsqueda y la memoria. Es una palabra con otro
sonido, con otra musicalidad sin separarse del amor, ahora reclama.
Llegamos al a un tercer momento en el cual retoma ese
ondular poético primario en los últimos poemas y reaparecen sus sentimientos
más íntimos y profundos desde la pérdida. (¿Dónde perdí...?
Solamente
"A la vida misma..." se le pueden cantar las transformaciones, los
quiebres y las pérdidas.
De Rosa Oviedo para
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Marilaria
Estévez
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