HISTORIA
24 de Enero de 1817: San Martín se despide de su querida Mendoza
Por Juan Marcelo Calabria
Desde setiembre de 1814 y
durante 2 años y medio, San Martín había logrado hacer de la Gobernación
Intendencia de Cuyo su fuente de recursos y centro de poder para concretar su
misión: la independencia de América.
A partir de su liderazgo y con
el apoyo del pueblo cuyano, logró encaminar la revolución iniciada en Mayo de
1810; propició la reunión del Congreso de Tucumán y consiguió la Declaración de
Independencia a partir de la decidida participación de los diputados que
respondían a su influjo; mientras tanto, en el plano militar, concretaba la
formación y adiestramiento del Ejército de los Andes, con el que daría sentido
a la Declaración de la Independencia al iniciar la epopeya continental para dar
libertad a las Provincias Unidas de Sudamérica.
Así, a fines de 1816, poco antes
de su partida a Chile, le escribía a su amigo, el diputado por Mendoza, Tomás
Godoy Cruz las siguientes palabras: “…Ya estamos en capilla, mi amigo, para
nuestra expedición, por esto calcule usted cómo estará mi triste y estúpida
cabeza; baste decir a usted que para moverme necesito 13.000 mulas, que todo es
preciso buscarlo y sin un solo real, pero estamos en la inmortal provincia de
Cuyo y todo se hace; no hay voces, no hay palabras para expresar lo que son
estos habitantes”.
Consciente del esfuerzo que
Mendoza, San Juan y San Luis habían realizado para seguir a pie y puntilla su
plan de liberación continental, el gobernador no dejaba de reconocer en carta a
sus amigos, al Director Supremo y al mismo Congreso, todo el apoyo que había
recibido de Cuyo y lo que significaba el aporte de este pueblo para la
salvación de toda América.
Incluso años más tarde desde
Europa recordaba: “El Ejército denominado de los Andes no tuvo por base más que
180 hombres del batallón número 11, sin la menor instrucción y malísima
disciplina; ocho meses antes de emprender la expedición a Chile fueron remitidos
por el gobierno el batallón número 7 con la fuerza de 450 plazas y 220
granaderos a caballo. El resto del ejército fue reclutado en Mendoza cuyo
patriotismo y sacrificios en aquella época excede a toda ponderación”.
Próximo a emprender la
expedición, el 12 de diciembre, en otra misiva a Godoy Cruz, expresaba: “Pido
perdón por lo corto de esta carta, pero crea usted que soy digno de toda su
indulgencia. Tal es el cúmulo de ocupaciones que me cercan y tal es la escasez
de tiempo… Todo, todo y todo se apronta para la partida; en todo enero estará
decidida la suerte de Chile. Adiós mi amigo querido, lo será de usted
eternamente su José de San Martín”.
Durante todo enero de 1817 la
provincia vivió la agitación de la partida escalonada del ejército: llantos,
despedidas y ruegos de madres, abuelas e hijas acompañaban la despedida de cada
una de las divisiones que partían del campamento el Plumerillo; desde el 9 al
24 de enero las huestes sanmartinianas comenzaron el camino de gloria que los
llevaría a liberar con su esfuerzo y con su sangre los actuales territorios de
Argentina, Chile, Perú y Ecuador, colaborando además con la campaña del norte
encabezada por el otro libertador: Simón Bolívar. Así, entre pedidos de última
hora, indicaciones y aprestos, San Martín comenzaba la despedida de sus amigos,
colaboradores y del propio pueblo de Mendoza.
El 24 de enero remitió una nota,
para ser leída ante el Cabildo, a Toribio de Luzuriaga, quien la recibió en
estos términos: “Excelentísimo Señor: esta mañana quedaron circuladas seis
copias de la afectuosa despedida de V.E., que se sirvió dirigirme en nota de
ayer y enseguida se despacharán a la campaña para que todos sus habitantes
queden firmes en el concepto de los humanos sentimientos con que parte S.E.
dejándoles en rehenes su corazón. Dios guarde a V.E. muchos años”.
En esa carta el Gobernador se
despedía de los cuyanos diciendo:
“Sería insensible al atractivo
eficaz de la virtud, si al separarme del honrado y benemérito Pueblo de Mendoza
no probara mi espíritu toda la agudeza de un sentimiento tan vivo como justo.
Cerca de tres años he tenido el honor de presidirle y sus heroicos sacrificios
por la independencia y prosperidad común de la nación pueden numerarse por los
minutos de la duración de mi gobierno. A ellos y a las particulares
distinciones con que me han honrado, protesto mi gratitud eterna. E indeleble
en mi memoria sus ilustres virtudes será de los habitantes de esta capital, en
todas circunstancias, y tiempos el más fiel y verdadero amigo”.
Con estas inmortales palabras,
un mes de enero como éste, San Martín daba sentido a la sentencia que había
pronunciado en los días previos: “Debo seguir al destino que me llama”; destino
de Gloria que unió su nombre al de Mendoza y Cuyo todo y que le permitió pasar
a la historia como uno de los hombres más grandes de América.
Fuente consultada
“San Martín: Modelo de Líder Americano”. Edición digital Ebook, Mendoza 2020.