EFEMÉRIDE
1º de Julio
Día del Historiador
La Comisión Directiva de la Biblioteca
Popular Rotaria de Isidro Casanova saluda a las y los Historiadores en su día.
¡¡¡Feliz Día del Historiador!!!
-.-
“En esta nota, una breve reseña histórica sobre el origen de
la conmemoración y algunas ideas centrales que resumen el oficio y la labor
historiográfica.
En el año 2002, el Congreso
Nacional a través de la ley 25.566 estableció el 1° de Julio
como Día del historiador, para homenajear a “los
escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio,
propalación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico”.
La fecha elegida recuerda la decisión
del Primer Triunvirato en 1812 que encargaba la escritura de la “historia
filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar la memoria de los héroes
y las virtudes de los hijos de la América del Sud, y a la época gloriosa de
nuestra independencia civil”.
“Sería ciertamente muy doloroso, que
después de los grandes sacrificios que se hacen por todas partes a la libertad
de la patria, quedasen sepultadas en el abismo de lo pasado las glorias de sus
ilustres hijos, y privada nuestra posteridad de unos ejemplos dignos de su
imitación”, afirmaba un aviso oficial publicado en La
Gazeta unas semanas después de firmado el decreto.
La tarea cayó inicialmente en Fray
Julián Perdriel, pero diversas razones económicas y políticas impidieron que el
encargo se pudiera llevar adelante. Se hizo, entonces, un nuevo pedido, ahora
al Dean Gregorio Funes, quien publicó Ensayo
de la Historia Civil de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay en 1816, en
el marco del impulso que significó la declaración de independencia de las
Provincias Unidas en Sud América.
Más de dos siglos después, la labor de
las historiadoras e historiadores es muy diferente, en herramientas, métodos y
objetivos. Pero, sobre todo, la relación entre pasado, presente y futuro que
supone la labor historiográfica no es igual a la que propuso el Primer Triunvirato
en 1812.
En una entrevista ofrecida en los
últimos años de su vida, Tulio Halperin Donghi recordó que la paradoja de quien
se dedica a la historia profesionalmente, lo que hace difícil su tarea, reside
en que, para volverse al pasado, tiene que partir del presente; porque no hay
manera de partir sino de la propia experiencia presente. Pero al mismo tiempo,
tiene que saber que el pasado no es el presente. Aquello a lo que accede a
través de la experiencia del presente, no es el presente, sino algo muy
diferente, que debe ser observado, analizado y comprendido con herramientas que
le son propias como disciplina científica.
En su libro póstumo Apología para la historia o el oficio de
historiador, el historiador francés March Bloch analizó la empresa historiográfica
a partir de sus principales componentes: un modo de observación y búsqueda de
testimonios del pasado; un método de crítica de los documentos que nos llegan
al presente; y un tipo de análisis histórico destinado a comprender más que a
juzgar.
Detrás de la frialdad de las
instituciones y de los documentos escritos, Bloch identifica a “lo humano” como
el objeto de la ciencia histórica. “El buen historiador se parece al ogro de la
leyenda. Ahí donde olfatea carne humana, ahí sabe que está su presa”. Pero la
atmósfera donde su pensamiento respira naturalmente es la categoría de la
duración”. No se trata de pensar lo humano sino en relación al paso del tiempo:
“Realidad concreta y viva, entregada a la irreversibilidad de su impulso, el
tiempo de la historia es el plasma mismo donde están sumergidos los fenómenos y
es el lugar de su inteligibilidad”.” (1)
Bibliografía
consultada
1)-Noticias UNSAM.