La
biblioteca roja: la historia de los libros que estuvieron 40 años enterrados en
Córdoba
Dos artistas, un investigador y el Equipo Argentino de Antropología
Forense excavaron para recuperar una centena de volúmenes escondidos por una familia
antes de partir al exilio
Por Gabriela Origlia
Uno de los libros de la
biblioteca sepultada. Foto: Rodrigo Fierro
CORDOBA. Artistas, investigadores e integrantes del Equipo Argentino de
Antropología Forense confluyen en "La biblioteca roja", un libro que
cuenta -y muestra- el proceso de excavación y recuperación de un centenar de
libros enterrados por la familia Alzogaray Vanella entre fines de 1975 y
comienzos de 1976, antes de irse exilada a México. Regresó ocho años después;
y, en la búsqueda, apareció un volumen deshecho. La decisión fue abandonar.
Las casualidades (y causalidades) reunieron a Gabriela Halac, fundadora
del espacio de producción, formación e investigación artística Documenta/Escénicas,
y a Tomás Alzogaray Vanella, artista plástico, actor y docente, hijo de la
familia de los libros enterrados.
Ella ya había trabajado con la historia de su papá que, en 1963, quemó
su biblioteca. "Era militante de la Juventud Comunista y después de un
primer allanamiento, hizo la quema", cuenta a LA NACION.
Alzogaray Vanella -quien había regresado a México por sus lazos de
infancia- venía dándole vueltas al tema de la biblioteca enterrada:
"Siempre fue parte de mi historia; era muy fuerte la imagen de mi papá,
cuando volvimos a la Argentina, desenterrando y hallando objetos que ya no eran
libros. Fue muy significante desde siempre".
En el 2014 Halac y Alzogaray Vanella empiezan con una serie de
entrevistas -siempre en el patio- a Dardo y Liliana, quienes le cuentan la
historia, cómo enterraron los libros, la relación que había en esa época con la
biblioteca. Por ejemplo, el tiempo que dedicaban a buscar determinados títulos;
el rescatar los de un amigo que no regresaba después de una marcha, cómo esos
volúmenes circulaban entre ellos.
"Había un fuerte vínculo entre ideología, política y libros",
describe Halac. Del relato surge que en los allanamientos "no había
claridad en lo que se buscaba; se llevaban lo que daba 'sensación de
peligrosidad'".
A Alzogaray Vanella lo conmueve cómo su mamá conservó algunos libros de
poesía de Oliverio Girondo "aun cuando era una manera de jugarse la
vida".
El lugar de la excavación. Foto: Rodrigo Fierro
Los artistas
diseñaron el proyecto "Biblioteca roja. Brevísima relación de la
destrucción de los libros" -jugando con el título Brevísima relación de la
destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas-y sumaron Agustín Berti, un
becario del Conicet que estudia materialidad e inscripción. Contactaron al
Equipo de Antropología Forense (con reconocimiento mundial por recuperar e
identificar los restos de víctimas de violaciones a los derechos humanos), para
que los ayudara en la excavación.
Alzogaray
Vanella insiste en que estaban decididos a excavar pero "más como un
gesto, como una acción de reivindicación, que con la intención de encontrar
algo". El hallazgo de su padre de libros deshechos era un antecedente que
los condicionaba. El proyecto es seleccionado en el programa "Plataforma
Futuro" del Ministerio de Cultura de la Nación.
Empezaron a
cavar (el patio había sufrido varias modificaciones); movieron unas cinco
toneladas de tierra del patio y, finalmente, dieron con el pozo de cal. Fue una
excavación rigurosa, con características arqueológicas, que quedó documentada
por Berti.
Una fosa de libros
"El pozo
estaba intacto -continúa Halac- era como una fosa común; con los libros
envueltos en bolsas de plástico y atados. Agrupados por tamaño". Dardo
murió unos meses antes del hallazgo y Liliana se ausentó intencionalmente esos
días.
"Ella lo
vio desde otra perspectiva, no como nosotros que lo interpretábamos como un
acto extraordinario; nos movía la inquietud de ver qué había. Fue muy fuerte
abrir el pozo y encontrarlos. El desenterramiento fue muy movilizador",
relata el hijo.
Todo el trabajo
se plasmó en otro libro, "La biblioteca roja", que se presentó
acompañado por los volúmenes recuperados. Los artistas sostienen que
"condesan discursos, los atraviesan, son objetos de cultura y de culto,
testigos de una generación".
La mayoría de
los libros recuperados están en buenas condiciones, pero otros mutaron en su
composición; los paleontólogos los definen como "material
meteorizado". Halac sostiene que se convirtieron en lectores de una
"biblioteca fantasma; lo que se podía leer en estos libros ya no está,
pero 'qué otras cosas se pueden leer'".
En Córdoba hay
otra historia significativa relacionada a las "bibliotecas
perseguidas", la de Salomón Gerchunoff, abogado del Partido Comunista,
quien estuvo secuestrado y pasó por el centro clandestino La Perla. Ocultó sus
libros detrás de una pared en su casa que terminó vendida. Seis años después de
que el muriera, en 2008, los hijos contactaron al nuevo dueño de la vivienda y
recuperaron los cientos de texto. Todo está en el documental "La casa de
los libros perdidos".
Fuente: Diario La Nación (Jueves 31 de agosto de 2017) http://www.lanacion.com.ar/2057986-la-biblioteca-roja-la-historia-de-los-libros-que-estuvieron-40-anos-enterrados-en-cordoba