domingo, 11 de abril de 2021

Una vindicación de la culpa

LITERATURA

UNA VINDICACIÓN DE LA CULPA

Pandemia. Un balance social y político de la crisis del COVID-19 de Daniel Feierstein

El sociólogo argentino Daniel Feierstein indaga en la puja de representaciones sociales de la pandemia del COVID-19 partiendo de la convicción del triunfo de la agenda del neoliberalismo, pero sin abandonar la esperanza.

*Docente, periodista y escritor. Desde hace años me dedico a leer y comentar libros, y voy a hacerlo ahora en tu casilla de correos con los de Fondo de Cultura Económica.

Podés enviarme tus comentarios a lecturasdefondo@fce.com.ar


Quizás no sea del todo delicado empezar con una anécdota dada la gravedad de los temas sobre los que habla el libro de Daniel Feierstein, pero hagámoslo de todos modos. Cuando era joven yo tenía una amiga cuya madre era psicoanalista. Pertenecían a una zona muy precisa del mapa social: no eran patricios de abolengo en mi a veces rancia ciudad, pero tampoco eran comerciantes; habían sabido escalar desde un apellido italiano hacia la clase media alta a través de la universidad pública. La Hija en cuestión y yo éramos compañeros de facultad, y yo era más bien pobre. Una tarde estábamos en el departamento Madre, Hija y yo, y no sé por qué terminamos hablando de su empleada doméstica (mi madre era empleada doméstica en ese entonces). La Madre dijo, refiriéndose al momento en que la empleada doméstica cumplía con su trabajo, que prefería abandonar su casa, y lo único que se me ocurrió fue preguntarle si lo hacía por culpa. Yo hoy sé que ser empleado doméstico es un trabajo como cualquier otro, y gracias a ciertos instrumentos del Estado argentino es un trabajo dignificado por derechos de los que antes carecía, pero en aquel momento (tenía dieciocho años) pensaba que estar limpiando la casa de otro que se ganaba la vida mucho más holgadamente con un trabajo más liviano generaría un sentimiento de dolor, y que el reflejo en el otro sería la culpa. Me sorprendió la agresiva carcajada de la Madre en cuestión:

—¿Culpa? —me respondió— ¡Me molesta escucharla! 

Unos días después, la Hija y yo bajábamos desde Ciudad Universitaria hacia el centro cuando nos encontramos (segunda presidencia de M*nem) con un padre que pedía plata para viajar a Traslasierra con su hijo ahí presente. Yo le di lo que me quedaba en el bolsillo. Cuando nos alejamos, sonriendo y recordando el incidente anterior, la Hija me preguntó si me daba “culpa”.

©Getty Images

Crecí con esta idea de que la culpa era una respuesta emocional equivocada frente a cualquier estímulo: la culpa tenía mala prensa, había sido solamente un instrumento de los poderes históricos para subyugar fieles bajo la idea de dioses que podían “juzgar o hacer un balance de nuestros comportamientos”. Frente a cada impulso culposo sentí el dedo imaginario de esta familia progresista que quedó en mi memoria señalándome a mí como a una obsoleta reliquia moral.

Ahora, en Pandemia, un libro sobre la crisis del COVID-19 escrito por el sociólogo argentino Daniel Feierstein, me encuentro sorprendido por una suerte de vindicación de la vergüenza y la culpa. La vergüenza y la culpa no son, nos dice el autor, solo esos instrumentos del poder, y es más bien la obligación de abjurar de ellas lo que es funcional al orden dominante contemporáneo, “variantes extremas de la manipulación del deseo y el postulado del carácter ilimitado y sagrado de la libertad, que no es otra cosa que la libertad de quien tiene poder para arrasar cualquier obstáculo objetivo o subjetivo, cualquier cuestionamiento moral propio o ajeno”.  Sorprende encontrar esta idea, tan liberadora: la vergüenza y la culpa son respuestas legítimas a la comprensión de que mis acciones pueden causar daño en el otro, y son “momentos psíquicos” (la expresión es mía, las comillas son para escudarme de la posible ramplonería) de una toma de consciencia que puede impulsarme a la respuesta, a la responsabilidad, a la acción.

Todo esto está dicho en el marco de un libro que trata sobre cómo pensar acciones colectivas frente a un escenario como el de la pandemia, que en espíritus optimistas había despertado la esperanza de una transformación de nuestros modos de vida, pero que ha sido, por el contrario, una lección sobre una dolorosa derrota que ya había sucedido: la que sufrieron “aquellos sectores más interesados por el bienestar colec­tivo, la igualdad de derechos e incluso la propia supervivencia de la especie (…) en el mundo occidental a partir de la demolición del principio precautorio y la primacía de la continuidad de ‘la vida como era y al costo que fuere’”. En la disputa por las representaciones sociales de la pandemia, la subjetividad neoliberal, asistida por mecanismos psíquicos individuales articulados con respuestas colectivas (la negación, los pactos denegativos, la proyección paranoica que hizo incluso de los médicos una “otredad negativa” en su calidad de mensajeros de lo que no se quiere escuchar), terminó por conformar un marco ideológico negacionista a través de una serie de estrategias intelectuales (la minimización, las equivalencias falsas —la más escuchada: la equivalencia de la pandemia con los accidentes de tránsito—, la sobre simplificación y las teorías conspirativas). Algo a lo que no fue ajena la actuación fluctuante, indecisa, de los gobiernos de la región y, en particular, del argentino, en el cual Feierstein centra su descripción de la respuesta colectiva a la pandemia con un espíritu estrictamente constructivo. El resultado fue la doble derrota del principio precautorio (una muy peligrosa frente a una amenaza desconocida en muchísimos sentidos) y la del rol del Estado.

Quizás la apuesta más fuerte de este libro hoy imprescindible es el desafío de hacer entender al mismo tiempo a los Estados y a la ciudadanía aquello que una especie de sentido común (asentado en una articulación entre los poderes corporativos, algunas zonas recalcitrantes de las derechas, pero también de izquierdas inactivas, y poblaciones legítimamente hartas) da por sentado: que los “observables”, los “datos” (hoy invisibilizados detrás del triunfo de la agenda neoliberal sostenida en el hartazgo y el lobby), indican que las muertes son reales, pero que la única respuesta posible no es la espera de una vacuna o de una inaccesible inmunidad de rebaño, sino también el restablecimiento de la norma como instrumento fundamental de nuestras posibilidades para “poner límites a los poderosos a través de la acción colectiva”.

Por razones personales, no tengo un gran aprecio por las charlas TED (podría decirlo con más intensidad). Pero quizás esta de Guadalupe Nogués pueda darnos una pauta de cómo hablar con aquellos que están perdidos detrás de la nube del miedo, la negación y la irresponsabilidad.

Nos vemos en la próxima,

Flavio Lo Presti

Fuente: Fondo de Cultura Económico