EFEMÉRIDE - HISTORIA
“El País de la Felicidad”
Las ideas fundantes de Manuel
Belgrano: la mente brillante de la Revolución de Mayo.
Por. Lic. Juan Marcelo Calabria
El 03/06/1770 nacía en Buenos
Aires Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano; recordado como el
creador de la bandera; hecho relevante pero quizás menor y fortuito, al lado de
otros grandes servicios y funciones que el Licenciado y Abogado Manuel Belgrano
prestó a su patria; paradójicamente falleció el día 20 del mismo mes, pero de
1820, fecha de la enseña nacional en homenaje a su ilustre creador.
Un mes de junio también, pero de
1786, Belgrano parte a Europa para comenzar su formación superior en España,
destino obligado para los jóvenes criollos hijos de las familias acaudaladas
del Virreinato del Río de la Plata; iniciando la carrera de leyes en la
Universidad de Salamanca, para luego continuar en la Universidad de Valladolid.
Al tiempo de realizar su
educación universitaria en la península, el joven Manuel destacó por su
contracción al estudio e inquietudes intelectuales logrando el 11/07/1790, del
Papa Pío VI, el permiso para leer libros prohibidos incluso “aquellos condenados
por considerarse heréticos”, en tanto preside la Academia de Derecho Romano,
Política Forense y Economía Política de la Universidad de Salamanca.
Su preparación y conocimientos
le valieron en pocos años un amplio prestigió que derivó en su nombramiento
como Secretario Perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires el
02/06/1794; regresando a Bs. As. para comenzar su labor. A partir de esta
fecha, nos detendremos para analizar su fructífera carrera y producción
intelectual, científica y literaria al frente del Consulado, exponiendo con
creces su formación económica.
Si bien la vida de Belgrano fue
increíblemente fecunda destacándose como propulsor y conductor de la Revolución
de Mayo, Vocal de la Primera Junta de Gobierno, General de los primeros
ejércitos patrios, impulsor – junto - con San Martín del Congreso de Tucumán y
de la Declaración de Independencia; además de periodista, jurisconsulto y
diplomático. Es precisamente su faceta de economista la que recordaremos,
puesto que sus escritos e investigaciones en el campo de la economía política
cobran un especial sentido en la actualidad.
Desde su regreso al Plata en
1794 Manuel destacó como un agudo observador de la realidad y su entorno. Así
lo prueban las Memorias que año a año redactó al frente del Consulado, en
cumplimiento de lo dispuesto por la Real Cédula que lo designa y que en su
apartado X disponía: “El distrito de la jurisdicción del consulado será todo el
del Virreinato del Río de la Plata”, mientras que en el apartado XX expresaba:
“Escribirá (el secretario) cada año una memoria sobre alguno de los objetos
propios del instituto del Consulado, con cuya lectura se abrirán anualmente las
sesiones”.
En una de sus memorias más
destacadas del 15/07/1796 Belgrano afirmaba: “Fomentar la agricultura, animar
la industria y proteger el comercio, son los tres objetos que deben ocupar la
atención y el cuidado de vuestras señorías. Nadie duda que un Estado que posea
con la mayor perfección del verdadero cultivo de su terreno, en el que las
artes se hallan en manos de hombres industriosos, con principios y en el que el
comercio se haga con frutos y géneros suyos, es el verdadero país de la
felicidad; pues en él se encontrará la verdadera riqueza, será bien poblado y
tendrá los medios de subsistencia y aún otros que le servirán de pura
comodidad”.
Ideas expresadas con claridad
meridiana que serán repetidas en distintas ocasiones por el Padre de la Patria,
“tal el podio que comparte con su hermano de causa y amigo: José Francisco de
San Martín”; las cuales desarrollará de manera lisa y llana como periodista a
través del Periódico El Correo de Comercio de Buenos Aires cuyo “objetivo
principal era popularizar los sanos principios de la economía política y
ocuparse de materias científicas y literarias” poniendo además especial foco en
la educación.
Traductor y estudioso de las
obras de Quesnay y Jovellanos, también se identificará con las ideas de los
colectivistas agrarios españoles y particularmente de los pensadores Aranda y
Campomanes; abrevando además en la Riqueza de las Naciones de Adam Smith, entre
cientos de autores. Años después recordará estos años de estudiante diciendo:
“Confieso que mi aplicación no la contraje tanto a la carrera que había ido a
emprender, como al estudio de los idiomas vivos, de la economía política y al
derecho público, y que en los primeros momentos en que tuve la suerte de
encontrar hombres amantes al bien público que me manifestaron sus útiles ideas,
se apoderó de mí el deseo de propender cuanto pudiese al provecho general, y
adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos
particularmente a favor de la Patria”.
A partir de tan amplia formación
y con la misión de servir a su país, en la memoria citada sostenía: “… tuvo la
bondad de erigir este Consulado para que, atendiendo a los ramos de
agricultura, industria y comercio, como que son las tres fuentes universales de
las riquezas, hiciese a la felicidad de estos países” (…) “Que más digno objeto
de la atención del hombre que la felicidad de sus semejantes. Que esta se
adquiere en un país cuando se atiende a sus circunstancias y se examinan bien
los medios de hacerlo prosperar (…) El interés es el único móvil del corazón
del hombre y, bien manejado, puede proporcionar infinitas utilidades (…) Yo
espero que por aclamación se adopte este pensamiento para evitar los grandes
monopolios que en esta parte tengo noticias se ejecutan en esta Capital, por
aquellos hombres, que desprendidos de todo amor hacia sus semejantes, solo
aspiran a su interés particular y nada les importa el que la clase más útil del
estado o, como dicen los economistas, la clase productiva de la sociedad, viva
en la miseria y desnudez que es consiguiente a estos procedimientos tan
repugnantes a la naturaleza y que la misma religión y las leyes detestan”.
Nada escapaba a su observación e
inteligencia, comprendía que la tiranía, la sumisión y falta de libertades
impuestas por la corona a la América eran las causas de sus males; con
argumentos sólidos planteaba un estado de situación que aún hoy nos llama a la
reflexión: “He visto con dolor, sin salir de esta Capital, una infinidad de
hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez; una
infinidad de familias que solo deben su subsistencia a la feracidad del país,
que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es la
abundancia y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio
útil que ejerza un arte o que se emplee de modo, que tenga alguna más comodidad
en su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que
llegan a la edad de la pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad,
deben ser atendidos hasta el último punto”.
Pero si esta descripción del
Buenos Aires de 1800 nos llama la atención, más asombroso es su diagnóstico de
la educación publicado en El Correo de Comercio: “Hubo un tiempo desgraciado
para la humanidad en que se creía que debía mantenerse al pueblo en la
ignorancia y por consiguiente en la pobreza para conservarlo en el mayor grado
de sujeción”; preocupación que mantendría a lo largo de todo su trayectoria
como hombre de ideas y de acción, compartida con su compañero José de San
Martín, pues ambos consideraban a la ilustración como la verdadera herramienta
para la libertad, el progreso y la felicidad de los pueblos.
Sobre el final, quizás el lector
se pregunte: ¿Cuánto hemos avanzado desde entonces en prosperidad económica,
educación y felicidad de nuestro país?, sin duda mucho; pero también quizás y
sólo quizás sea mucho lo que nos falta para honrar sus enseñanzas y lograr
finalmente “El País de la Felicidad”. Un buen principio o nuevo comienzo puede
ser poner en valor el legado y ejemplo de estos Líderes Éticos para finalmente
construir una Nueva Nación. Un sueño utópico, pero con bases sólidas en un
pasado fundacional que construyeron los Padres Fundadores que contienen los
principios y guías para una América unida y un Mundo Mejor.
Fuente consultada
"San Martín Modelo de Líder Americano". 1ra. Edición Impresa, Bs.As. 2014. Edición digital E-book, Mendoza, 2020.