La
cultura tiene muchos significados según se aplique, por un lado es un conjunto
de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo,
a una clase social, a una época; más específicamente es un conjunto de
conocimientos e ideas no especializado adquirido gracias al desarrollo de las
facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo por
ejemplo.
El
arquetipo del acrecentamiento de las políticas culturales es, más allá de planificar
la Cultura, asegurar que los componentes y recursos culturales estén presentes
en todos los espacios de la planificación y procesos de desarrollo de las
políticas comunitarias.
La
puesta en movimiento de políticas culturales confronta un mayúsculo número de
retos para su adecuada y próspera ejecución.
Por
ello, es menester la elaboración de políticas públicas consistentes que
establezcan parámetros y lineamientos a largo plazo. En buena parte de los
casos, ello implica asumir decisiones de complejidad y avanzar asumiendo
obstáculos, imprevisiones e imprecisiones constantes.
Los
principios fundamentales en los que se basan las políticas culturales, son:
- La promoción de la identidad cultural.
- La protección de la diversidad cultural.
- El fomento de la creatividad.
- La consolidación de la participación ciudadana.
La
ejecución de estas políticas implica institucionalizar las organizaciones que
han de asumir los encargos; diseñar los canales de negociación e interlocución
con los diferentes actores culturales y definir las acciones previstas en las
organizaciones estatales, el sector privado que este comprometido
fehacientemente, las ONGs y la comunidad.
Por
otra parte, se requiere precisar las acciones a llevar a cabo para facilitar
los procesos de gestión; prever las problemáticas que se deriven de la
aplicación de la política y disponer de suficiente capacidad de flexibilidad
para atender a las transformaciones y supervisión de los medios para dotar de
soluciones y medios adecuados a los actores involucrados.