Olvidada: Martín García cumple 500 años y pierde
habitantes y turistas:
“Nos abandonaron”
Patrimonio histórico,
a solo dos horas de la Ciudad.
Los
isleños se quejan por la falta de lanchas y de servicios. De los 4.700 habitantes
que había en los ‘50, quedaron 105. Se perdió el 70% del turismo.
28-6-2016
Isla Martin García foto Gerardo Dell'Oro Rio de la Plata recorrida por la Isla
Martin García (Isla Martin García informe)
Diego Geddes
Una
historia que dispara mil historias: en 1516, Juan Díaz de Solís navegó por
primera vez las aguas del Río de la Plata. El despensero de esa expedición, que
venía bajando desde Brasil, murió y Solís decidió desembarcar en una isla para
darle cristiana sepultura. Esa isla y ese despensero se llaman Martín García.
Desde entonces, las mil historias: Guillermo Brown la defendió ante los
realistas españoles. Sarmiento quiso fundar la capital de “Argirópolis”, una
unión de Argentina, Uruguay y Paraguay. Los inmigrantes hacían la cuarentena
antes de desembarcar en Argentina. Fue refugio de masones y de nazis. Cuatro
presidentes estuvieron presos en la isla. Dos célebres médicos –Luis Agote,
desarrolló la técnica de la transfusión de sangre, y Salvador Mazza,
investigador del mal de Chagas– dirigieron el hospital Lazareto. Menem la
recorría habitualmente para comprar el pan dulce, que aún se sigue fabricando
ahí. Y tantas historias en estos 500 años desembocan hoy en un presente no muy
feliz. A pesar de que forma parte del patrimonio histórico de los argentinos,
los isleños dicen que está al borde del abandono.
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la Foto Galería HD
ISLA MARTIN GARCIA. La isla cumple 500 años. Fue refugio de
masones y nazis. Cuatro presidentes estuvieron presos en la cárcel de la isla.
Menem la visitaba para comprar el pan dulce que se elabora en la panadería que
se sigue fabricando ahí. También tiene un teatro, un cementerio y una pista de
aterrizaje. (Gerardo Dell Oro).
En
su época de mayor esplendor, en los años 50, llegó a estar habitada por 4.700
personas, pero ahora solo tiene una población estable de 105. Los isleños se
quejan de la falta de transporte, que dificulta la llegada del turismo,
principal motor económico de la isla. Solía recibir 35 mil turistas por año,
pero ahora llegan menos de 10 mil. La luz se corta todas las noches, de 3 a 7
de la mañana.
Y
el transporte de mercaderías también tiene problemas por la poca frecuencia de
lanchas. Casi no hay emprendimientos privados y muchas de las casas están
abandonadas y sepultadas por la vegetación. Los docentes que van a la isla no
se pueden quedar a dormir en la casa que debería alojarlos porque no está en
condiciones. En lugar de eso, deben ir y volver en el día algo que, como mínimo
y dependiendo de la lancha que haga el viaje, les toma 4 horas.
Clarín
viajó a la isla esta semana. La lancha salió a las 9 de la mañana desde Tigre y
llegó a las 11. Viajaban solo 5 turistas, algunos pocos isleños y docentes que
iban a dar clase. Al llegar al muelle (también en mal estado, otro reclamo de
los isleños), asoma un cartel de la gestión de Scioli, aunque con un naranja ya
descolorido. Es que la isla depende de la provincia de Buenos Aires y la mayoría
de los isleños son empleados provinciales, que se ocupan del mantenimiento.
“Siempre hubo políticos acá, estamos acostumbrados a eso”, dice Roberto, que
vive desde chico en la isla. Y son conscientes del abandono: “Acá la provincia
pierde plata”, dice.
Los
docentes llegan y de algún modo se pone en marcha la isla. Hay 32 alumnos,
desde el jardín de infantes hasta la secundaria.
“Hasta
no hace mucho tiempo venían muchas escuelas con sus alumnos. Es que acá se
puede aprender historia, pero no solo eso.
También
se les puede enseñar a los chicos todo lo relacionado con los límites
geográficos, flora y fauna, astronomía. Acá sí se ven las estrellas”, dice
José, encargado del comedor Solís. “No sé si la isla tendría que ser un boom
turístico, porque tampoco está preparada para eso, pero ahora no vienen ni las
familias de los isleños. Hay que buscar un equilibrio”, agrega. Además de que
nunca hubo un plan desde el estado, el destino de la isla choca también contra
su condición de reserva natural y de patrimonio histórico: no se podría
emplazar una pequeña industria, por ejemplo. Y tampoco se pueden reformar las
casas. Todo implica burocracia.
Hay
algunas excepciones. Los hermanos Luciano y Fernando, que llegaron a la isla
porque su papá trabajó en el servicio penitenciario, tienen un bar que elabora
cerveza artesanal y unos alfajores de nuez que, de ser más conocidos,
competirían en las grandes ligas. Betty y Norberto atienden el almacén de ramos
generales, que vende fiado “salvo alcohol y cigarrillos”. Piki Aranda trabaja
en el camping que creó su papá, el poblador más viejo de la isla. Domingo Ramón
Aranda tiene 77 años, llegó en 1959 para hacer el servicio militar y se quedó a
vivir. Piki, ahora, vía Facebook lamenta cómo se vive hoy en la isla. “La
cuidamos entre todos pero se hace muy difícil. Nos abandonaron”. La lancha
parte a las 5 de la tarde y se lleva a los docentes. Algunos van al muelle para
la despedida. Son los que quedan en la isla y pelean contra el olvido.
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/Martin-Garcia-habitantes-turistas-abandonaron_0_1605439621.html