martes, 26 de julio de 2016

La Abanderada de los Humildes

La historia recuerda a una mujer llamada “Evita” que dio su vida por el bien común del pueblo y los trabajadores. Hoy 26 de julio se conmemora el 64º aniversario de su partida.

Eva Duarte de Perón “La Abanderada de los Humildes”

Reseña histórica: Una forma que tuvieron los gremios de agradecerle a Evita su preocupación por los problemas sindicales, fue nombrándola Dama o Secretaría Honoraria. Sin embargo el Sindicato de la Carne, íntimamente ligado a Perón y a Eva desde los hechos de octubre del 45, le confirió un título pomposo: “Abanderada de los Humildes”.
El hecho ocurrió cuando la Junta lntersindical del gremio firmó un nuevo convenio de trabajo. El contrato laboral destinaba cinco centavos por hora y por trabajador para fondos de la federación, y se dispuso un descuento del primer mes de aumento, destinado en su mayor parte a la Fundación Eva Perón.
Una muestra de esta ligazón entre Eva y el Sindicato de la Carne también se puede palpar en la transcripción de un artículo del diario El Día de La Plata, el 13 de noviembre de 1946, en ocasión de la firma de otro convenio.
La nota titulada “Evita en Berisso” dice “En cumplimiento de un plan de ayuda social, iniciado hace ya unos días con reparto de ropas y víveres a las familias de los obreros de la carne que se mantienen en inacción a raíz del cierre de los frigoríficos, visitó ayer la localidad de Berisso la esposa del presidente de la Nación, Señora Eva Duarte de Perón, quien hizo el viaje acompañada por el secretario de Trabajo y Previsión, Señor José María Freire, del edecán naval del primer magistrado, capitán de corbeta Roberto E. Cortinez y el diputado nacional Guillermo Lasciar y otros funcionarios. En 7 y 32 fue recibida por el gobernador de la provincia, coronel Domingo A. Mercante, acompañado por difusión, Señor Ricardo J. Batallíe.
Luego de intercambiar saludos la comitiva siguió viaje hacia Berisso, arribando poco antes de las diez. La noticia de su visita hizo que un público numeroso, formado en su gran mayoría por obreros de la carne de la industriosa localidad, se reuniera en los alrededores de la Escuela número 52 en cuyo frente se había levantado un palco y lugar, por otra parte, elegido para el reparto que se verificó momentos después (…).
“Una vez ubicada en el palco la Señora de Perón, un grupo de mujeres portando algunas de ellas sus hijos en brazos, llegaron hasta ella para ofrecerle ofrendas florales. Momentos después habló el secretario de Trabajo y Previsión, Sr. José María Freire. Respondiendo a una insistente solicitación de la concurrencia, habló enseguida la esposa del presidente, quien refiriéndose al conflicto obrero de la carne dijo: el general Perón ha firmado un convenio que les traerá felicidades; lleva su firma y la del coronel Mercante.
Hoy venimos a traer esta ayuda creo que dentro de poco ya no la necesitarán. En cada uno de estos paquetes va con el corazón de Perón el de una mujer que sufre y sabe vuestra angustia”.
Fuente: Todo es historia Nº 419 – Junio 2002
Evita, la abanderada de los humildes.
EVITA “La abanderada de los humildes” (Milonga)
Aguijón al pensamiento
del sistema poderoso,
dio batalla al ambicioso
aferrada al sentimiento.
La Patria, su fundamento,
el trabajo, su bandera
y su pueblo la primera
causa que puso adelante,
del movimiento anhelante
al que brindó su alma entera.

Al no vender su coraje
ni callar, fue rechazada
por la horda agazapada
que no entendió su mensaje.
No cabía en el paisaje
de oligarcas resentidos,
se sintieron perseguidos
por su palabra hecha lanza
que inclinaba la balanza
reparando los olvidos.

Las conquistas que obtuvieron
los obreros, son la llama
que no se apaga y reclama
lo que entonces merecieron.
Bajo esta influencia crecieron
los derechos que sostienen
los estandartes que vienen
con la imagen de la historia
es Evita en la memoria,
sus legados la mantienen.

Luchó por la dignidad
de los pobres, “sus grasitas”
y con ansias infinitas
procuraba la igualdad.
La pasión y la bondad
fueron razón en su vida,
que jugaba la partida
mano a mano con la suerte
y sólo pudo la muerte
detener su acometida.

Letra: Norma Montenegro