LITERATURA
EL LOBO Y LA BRUJA
El lobo, cansado de ser el malo
del cuento, harto de ser visto como el villano de la historia, se fue a
recorrer nuevos senderos, donde nadie lo conociera, donde nadie tuviese
prejuicios hacia él, quería ser capaz de comenzar una nueva historia donde él no
fuese el odiado, donde nadie fuese odiado.
Después de mucho caminar,
después de pasar mucho tiempo en soledad, entonces la encontró a ella, sentada
sobre una roca en el camino, con sus manos cubriendo su rostro, su vestido
negro, hermoso, pero no tan llamativo, su cabello enmarañado, con una belleza
nada común, sus zapatos, también negros, algo polvorientos por tanto caminar.
Él le preguntó:
- Hola, ¿qué haces acá tan sola?
Y ella, sorprendida, le dijo:
- Estoy acá tratando de alejarme
de la maldad de los demás, que solo ven tu exterior y te juzgan por tu
apariencia sin siquiera intentar descubrir ni conocer nada más de ti, alejarme
de aquellos seres que dicen ser buenos, pero actúan contrariamente a sus
palabras, seres llenos de hipocresía y faltos de compasión.
El lobo la miró, sabiendo
claramente a qué se refería, se acercó un poco sabiendo que no sería rechazado
por lo que es, deseoso de compañía y sintiendo la necesidad de dar compañía.
- ¿Quieres compañía?, ¿me
permites acompañarte un rato?
Ella, enjugando sus lágrimas y
dejando ver sus hermosos ojos, lo miró y le dijo:
- Claro que puedes, para mí
sería un placer, solo te pido que me acompañes, no por lástima, sino por que
nace de tu corazón, quiero sentirme amada por lo que soy sin que me señalen ni
sigan estereotipos de bondad que terminan siendo crueles y, por ende, mucho más
malvados.
- Me quedo porque quiero,
porque, cómo tú, soy un incomprendido y porque, en mi corazón, siento que
podemos derribar barreras y ser felices juntos.
Ella río mientras él, se
acurrucada a sus pies.
- Eres muy tierno, por lo visto
tu apariencia es solo una coraza, una pétrea coraza, pero en tu interior eres
blando y llevas dulzura, eso lo puedo sentir.
Él la miró con una mirada que
desprendía amor.
- Entonces me quedaré a tu lado
hasta que la luna deje de ser motivo de poemas y las estrellas no se asomen más
en el cielo nocturno.
- Siéntate cerca de mí, no a mis
pies sino a mi lado - dijo ella mientras acariciaba su cabeza.
- No puedo rechazar tu
invitación, aunque quisiera, hay algo en ti que me hechiza, creo que son tus
ojos profundos o tu voz que suena a poesía.
Ella se sonrojó, pero él apenas
lo notó, ella estaba oculta bajo su capucha y la luna apenas dejaba ver algo de
su rostro que en verdad era hermoso, no la hermosura que puedas encontrar en la
mayoría, era la hermosura que le daban esos ojos tan expresivos, esa sonrisa
tan elocuente, sin nada de maquillaje, ella resplandecía de belleza.
- ¿Sabías que las estrellas más
brillantes no son siempre las más cercanas? - preguntó ella - a veces
simplemente las más lejanas brillan con tanto fulgor que se dejan ver desde la
lejanía.
- Pues así pasa con todo, hay
seres que brillan tanto que no pueden ocultar su belleza, aunque quieran - lo
dijo mientras colocaba su cabeza en su regazo.
- No me conoces por completo, no
puedes saber cómo soy.
- Ya conozco lo suficiente de ti
como para saber que eres alguien especial.
Ambos miraron al vacío, como
buscando las palabras correctas para continuar la conversación, pero ya estaban
tan conectados que no necesitaron más palabras por un buen rato, ambos se
perdieron en sus pensamientos que se entrelazaban.
- Siempre he sido temido - dijo
él, rompiendo el silencio - mis fauces, mis garras y mi apariencia en general,
hacen huir a cualquiera y me hacen ser odiado.
- Algo parecido pasa conmigo, la
apariencia es lo que más le importa a la mayoría, parece ser que una mujer
siempre debe vestir con tonos pasteles para ser buena.
- Adoro tu apariencia, lo común
no es lo mío, y puedo ver que eres una hermosa mujer, no me refiero meramente
al exterior.
- Pero insisto, no me conoces
por completo, has de conocer mis locuras, mi lado más endiablado y no tan
bello.
- Eso no hace falta, somos seres
muy parecidos, te conozco porque me conozco, te amo porque me amo, miro a tus
ojos y puedo perderme en ellos, tienen un brillo que no he visto jamás, me
puedo quedar a vivir en tu sonrisa por siempre.
Desde entonces un nuevo cuento
fue escrito, sin estereotipos ni prejuicios, en el cual importa más el interior
que el exterior, un verdadero cuento de amor.
Y cuentan que, desde entonces,
en noches de luna llena, ella se convierte en loba para recorrer el bosque
junto a él y amarse por completo, pero en otras noches, ella, siendo una bruja,
prepara algún brebaje para que él pueda sacarse la piel de lobo y vestirse de
hombre, no de un príncipe azul montado sobre un brioso corcel blanco, sino de
un plebeyo común, con ojos brillantes como estrellas, con fuertes brazos para
poder cargarla a ella hasta su lecho de amor, porque...
¿quién dijo que los villanos no
saben amar?
Anónimo
