viernes, 13 de abril de 2018

Reflexión, en voz alta

Recuerdo las tardes con mi padre ya en su anunciado final.
Supe de repente que lo más duro era tener que ir despidiéndose de esas sensaciones, del instante continuo de la emoción.
De los amores de verdad que jamás vuelves a ver.
Por eso cuando veo a las personas tan apegadas a lo ajeno, a lo tangible, a lo que tiene un precio físico material, siempre pienso que tendrán que despedirse doblemente de todo.
La vida se reduce a muy poco y dura muy poco como para acumular tantas pérdidas inservibles.
Carlos Boragno