martes, 20 de mayo de 2025

Más que palabras

LITERATURA & REFLEXIÓN

Las nupcias del jardín

La analista junguiana Clarissa Pinkola Estés dice que para comprender la existencia de los ciclos de la Vida/Muerte/Vida, la mujer debe aproximarse a la naturaleza salvaje y para ello, a veces, le pide que cuide un jardín.

«Un jardín psíquico o un jardín con barro, tierra, plantas y todas las cosas que lo rodean, ayudan y atacan. Y que se imagine que este jardín es la psique. Cualquier cosa que le pueda ocurrir a un jardín le puede ocurrir también al alma y a la psique: demasiada agua y demasiado poca, plagas, calor, tormentas, invasiones, milagros, muerte de las raíces, renacimiento, beneficios, curación, florecimiento, recompensas, belleza”.

En el jardín aprendemos que los pensamientos, las ideas, las preferencias, los deseos e incluso los amores vivan y mueran. Plantamos, arrancamos, enterramos. Secamos semillas, las sembramos, las mojamos, las cuidamos y cosechamos.

El jardín es una práctica en cuyo transcurso vemos cuándo es preciso que algo muera; se puede ver llegar el momento tanto de la fructificación como de la muerte.

Lo leí hace muchos años y siempre vuelvo, es un libro de consulta diario.

Esta fue la semillita de las Nupcias del jardín, me dije que maravilloso sería dar cuenta de estos procesos y transmitirlos en poemas. No se escribieron de un tirón, yo tengo la idea y luego voy con ella como puedo, según los cuidados y desmanes de mi propio jardín; luego de algunos años sentí que algunos poemas dialogaban unos con otros, algunos ya publicados en las redes y en revistas digitales, porque una nunca sabe si lo va a poder llevar al papel y no está bueno que los poemas mueran dentro de una sin que se conozcan porque se nos pudre el alma.

Una vez publiqué el poema Nupcias en redes y Mauricio Cappiello poeta y difusor cultural de Chivilcoy me pasó una foto suya en blanco y negro, tomada en el barrio de Recoleta, me fascinó.

Le dije -si logro publicarlo esta foto va en la tapa.

Gracias totales a todas y todos los que siempre están.

Mirta Venezia