lunes, 14 de diciembre de 2020

Y si fuera hoy la última vez

LITERATURA

Autor: Samuel Alejandro Ramires

Estilo literario: Prosa

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¿Y si fuera hoy la última vez?

¿Y si fuera hoy la última vez que viera el Sol salir?

Si supiera que hoy fuera la última vez que viera salir el Sol, lo seguiría cada instante hacia su cenit y, luego, hasta su ocaso tratando de apreciar la postal que deja en su trayecto y sentir su calor en mi rostro.

¿Y si fuera hoy la última vez que sintiera la briza acariciando mi envoltura finita?

Si supiera que hoy fuera la última vez que sintiera al viento envolver mi cuerpo, me desnudaría para que la brisa haga lo suyo en mi piel, aun si la brisa fuera fría, después de todo, sentir frío es señal de vida y sería la última vez de ese sentir.

¿Y si fuera hoy la última vez que viera el jacarandá de mi jardín?

Si estuviera seguro que hoy fuera la última vez que viera al jacarandá de mi jardín, tomaría una reposera y me plantaría bajo su sombra tratando de disfrutar del sonido de la cigarra que cobija y las aves que la visitan: colibríes alimentándose del néctar de sus flores celestes, palomas cortejando a su par construyendo el nido para sus pichones y, algún ocasional zorzal regalándome, a mí, su armoniosa melodía.

¿Y si fuera hoy la última vez que escuchara una canción de mi agrado?

Si me enterara que hoy fuera la última vez que tuviera la oportunidad de escuchar una música de mi gusto, me ubicaría frente a un parlante y, en decibeles apropiados, no fuerte, escucharía una y otra vez “Sonata claro de Luna”, imaginando a Beethoven regalarle a su amiga ciega esa melodía para que, en su impedimento, pueda sentirla.

¿Y si fuera hoy la última vez que sintiera un aroma agradable?

Si hoy fuera ese día, caminaría entre plantas de jazmín percibiendo su perfume y dejaría que su aroma me traslade a lugares exóticos plagado de mariposas multicolores y colibríes danzarines.

¿Y si fuera hoy la última vez que pudiera disfrutar de un recuerdo?

Si supiera que hoy fuera la última vez que un recuerdo llegara a mi mente, desecharía todos aquellos que me hicieron mal y tomaría los buenos, los que me hicieron feliz y los reviviría: el recuerdo del primer beso a mi esposa, del nacimiento de cada uno de mis hijos y el rostro de mis nietas… ¡qué recuerdos esos!, ¡qué momentos buenos! Qué mejor despedida en esos últimos recuerdos.

¿Y si fuera hoy la última vez que la vida me dejara de abrazar?

Si supiera que hoy fuera el último día de mi vida, el día que la vida dejara de abrazarme, trataría, si la fuerza me permitiera, de recorrer el vientre de mi esposa por última vez... ¡he disfrutado tanto de esos momentos!, sentir el placer de sus besos y sus caricias. Pediría a mis hijos que sean honestos y buenas personas, y busquen la mejor imagen mía para recordarme. Y a mis nietas las llevaría por última vez a una plaza donde jugaríamos hasta el cansancio, les contaría cuentos y anécdotas de lo que fue mi vida para que me conozcan un poco más y tengan un motivo para recordarme; les dejaría mis escritos para que elijan entre ellos la obra en la que más se identifiquen conmigo y les pediría que no dejen de estudiar, que se esfuercen por ser alguien, ser mejores sin lastimar a nadie.

Si hoy fuera el último día de mi vida, con las últimas fuerzas que me queden volvería a la aventura con ellas, mis nietas, sé que ese será el motivo del recuerdo, aquel viaje “en busca del Edén perdido” en el que nos fugamos de sus padres para disfrutar de esa aventura. Ellas entienden la metáfora.

Si hoy fuese el último día de mi vida, viviría con tanto ahínco aprovechando al máximo cada segundo de las cosas buenas que la vida me regaló.

 
Samuel Alejandro Ramires