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NOTICIAS DEL
BICENTENARIO
La tradición política en la
historia de La Matanza
Por: Alejandro
Enrique*
Es el distrito más populoso de la Provincia, un bastión peronista decisivo en cada elección. Pero su historia política data de los tiempos de Juan Manuel de Rosas y hasta la UCR escribió su historia.
Desde el fondo
de la Historia argentina La Matanza fue protagonista de los
acontecimientos políticos de la provincia de Buenos Aires y también de los
sucesos que le dieron forma a la Patria. Su nombre (existen diversas
hipótesis) surge de aquellos momentos fundacionales de la colonia cuando las
civilizaciones originarias fueron corridas y arrasadas por las tropas europeas.
La matanza de los indios querandíes a manos de las tropas dirigidas por Juan de
Garay es una de las teorías más firmes sobre el nombre que hoy bendice al
distrito bonaerense más poblado (más de dos millones de habitantes). El
Pago de La Matanza tuvo distintas denominaciones a lo largo de los años:
“Matanzas” y “Matanza”, pero a partir de la década de 1960 empezó a llamarse La
Matanza.
Hasta su
conformación definitiva como partido, el pago matancero estuvo bien definido en
cuanto a su geografía y sus bases demográficas. En el norte los Ramos
Mejía y los Villegas dominaban las mejores tierras, en el centro la familia
Madariaga, de tradición unitaria, controlaba el territorio desde su estancia El
Talar, mientras que hacia el sur los Ezcurra eran dueños absolutos con
estancias de estilo para la época.
Los Ramos Mejía
tuvieron presencia en la recuperación de Buenos Aires durante las Invasiones
Inglesas y en el Cabildo porteño durante la Semana de Mayo. Ildefonso
Ramos Mexía (o Mejía) tuvo destacada actuación en ambas Invasiones
Inglesas, hecho por el que fue recompensado. En mayo de 1810 participó del
cabildo que se pronunció por terminar con el dominio español. Para terminar con
uno de los integrantes más destacados de la familia Ramos Mejía hay que señalar
que Ildefonso fue el quinto gobernador de la provincia de Buenos Aires (desde
el 2 de mayo hasta el 20 de junio de 1820).
Don
Joaquín de Madariaga, propietario de una amplia parcela de tierra en
la zona centro de La Matanza, también fue protagonista político ya que se
desempeñó como Regidor del Cabildo en tiempos del virreinato. Los Madariaga
hacían base en la estancia El Talar que fue expropiada en la década de
1950 para el proyecto urbanístico de Ciudad Evita y desde allí
dedicaban su tiempo al comercio, a la producción agropecuaria y la actividad
política. Estos terratenientes matanceros sabían muy bien que para los negocios
inmobiliarios los contactos eran muy necesarios. Fue así que Joaquín Madariaga
(descendiente y homónimo del que fundó El Talar) formó parte de la primera
Comisión Municipal que presidió la comuna en 1857. En aquella comisión también
participaban Vicente Silveyra, Hilario Schoor y Emilio Villegas. Este
cuarteto fue el primer gobierno municipal de La Matanza.
En lo que hoy se
conoce como Virrey del Pino, González Catán y una porción de Gregorio
de Laferrere, fue un gran latifundio que tuvo José María Ezcurra Arguibel
como terrateniente haciendo base en su histórica estancia La Elvira. Pero no va
a ser José María el más notorio de su familia. Cuando el hacendado Juan
Manuel de Rosas se une en matrimonio Encarnación Ezcurra decide que la estancia
El Pino fuera una de las residencias que iba a utilizar para aprovechar la
cercanía con su familia política.
La
familia Ezcurra Leguineche en la capilla de la estancia La Recoleta.
El gobernador
bonaerense hizo de esa estancia (a la que rebautizó “San Martín”) una unidad
agroeconómica, pero a la vez la usó para sus actividades corriendo así el eje
de influencia política desde el norte hacia el sur del Pago de La Matanza. En
su largo periodo como gobernador bonaerense (1829-1832 y 1835-1852) la estancia
San Martín fue protagonista de importantes momentos que luego se convirtieron
en hechos históricos. El encuentro y el acuerdo con el general Juan Lavalle
ocurrió en esas habitaciones que hoy son parte del Museo Municipal de La
Matanza. Motivo por el cual en 1942 aquella estancia fue declarada monumento
histórico nacional.
En este momento
de la historia matancera hay que tener en cuenta un dato muy importante. Por
entonces en La Matanza todavía no existían los pueblos, tal cual como se los
conoció a fines de siglo XIX y principios de XX. El 25 de diciembre de
1856 recién se iba a dar por fundado el pueblo de San Justo. Allí iba a nacer
la ciudad cabecera del distrito. Para comprender bien hay que decir
que hasta la creación del pueblo de San Justo los vecinos matanceros estaban
agrupados en las poblaciones que rodeaban a las estancias, chacras y haciendas
que se desperdigaban a lo largo de los 325 kilómetros cuadrados de territorio.
En los censos de 1869 y 1895 se registran a grupos familiares alrededor de las
estancias y chacras que no formaban parte de los verdaderos dueños de esas
propiedades. Eran las lavanderas, los arrieros, el personal de servicio, los
agricultores, las cocineras y los puesteros de esas unidades productivas que
explotaban las familias adineradas.
Así estaba
organizada la distribución demográficas, en pequeñas poblaciones, en muchos
casos de familias migrantes. Como queda claro los negocios, la política y la
vida se desarrollaban entorno a las unidades productivas que, en diferentes
formatos, eran propiedad de familias dueñas de grandes extensiones. Para
tener una fuerza militar había que ser hacendado, para intervenir en la vida
pública había que tener dinero y los pobladores estaban allí.
Los Ezcurra
fueron de esos protagonistas que en base al dominio territorial, el poder
económico y las relaciones sociales que le brindaba la política hicieron crecer
su fortuna. Allí encajó perfectamente don Juan Manuel de Rosas, el hombre
político más importante en la primera mitad de siglo XIX. El Restaurador tenía
residencia continua en suelo matancero, ya que desde la estancia San Martín (ubicada
en el kilómetro 40 de la Ruta Nacional N°3) podía viajar rápidamente hacia Los
Cerrillos, la estancia ubicada en San Miguel del Monte, donde nacieron los
famosos Colorados del Monte fuerza que fue su principal cuerpo de milicias
rurales.
¿Por qué
Rosas fue vecino permanente de La Matanza? Tanto Encarnación Ezcurra
(una activa protagonista política) como su hija Manuelita preferían pasar sus
temporadas de verano en La Matanza ya que la familia Ezcurra tenía dos grandes
estancias a pocos minutos de carruaje. La mencionada La Elvira (a cuatro
kilómetros) y La Recoleta (a siete kilómetros) eran las residencias de esta
familia de linaje y aristócrata que moraba allí largos meses del año. La
“rosca” política pasaba por la estancia San Martín donde Rosas dirigía parte de
su gobernación.
Todos conocemos
los hechos que sucedieron al 3 de febrero de 1852. El exilio de Rosas y la
persecución de todo lo que tenía color a Partido Federal no fue obstáculo para
que los Ezcurra sigan haciendo muy buenos negocios. A pesar de ser parte de la
familia política directa del Restaurador de las Leyes, siguieron siendo
protagonistas de la vida pública. Esto se puede verificar especialmente en La
Matanza. Fue tan así que los Ezcurra le dieron al municipio tres jefes
comunales con ese apellido: En 1880 Lorenzo Ezcurra, en 1891 Tomás Ezcurra y en
1913 José María Ezcurra. En La Matanza hoy ya no quedan descendientes de
aquella familia tan protagonista de la historia del siglo XIX.
También
el nacimiento de la Unión Cívica con aquellos muchachos más radicales que
confrontaban contra las autoridades para romper el orden conservador, tuvo su
página en la historia matancera. Abundan las historias de aquellas
elecciones amañadas en el atrio de la Catedral de los Santos Justo y Pastor de
San Justo donde solo podían sufragar aquellos que tenían boina roja, que era la
identificación que usaban los conservadores. Los jóvenes radicales que llegaban
con boina blanca para emitir su voto eran abajarados pocos metros antes y jamás
llegaban hasta la urna. Por entonces el líder conservador matancero era
el intendente Agustín de Elía (descendiente directo de los Ramos Mejía) quien
tenía como ladero don Ramón Banga. Ambos de la zona de Tapiales y Villa Madero
practicaban el caudillismo en el más amplio sentido del término.
De aquellas
luchas nace el radicalismo matancero de la mano de la familia Santamaría y del
doctor Ignacio Arieta. Fue este último quien más confrontó contra el “fraude
patriótico” conservador. De hecho fue Arieta quien organizó una gran revuelta
popular en La Matanza para evitar que la ciudad cabecera se traslade de San
Justo a Ramos Mejía. Este intento de cambiar la sede municipal fue en
1939 y fue el trampolín político para quien hasta sus últimos días fuera la
figura de mayor relieve en el radicalismo local: Ignacio Arieta. Esta es una
historia para otra oportunidad.
La tradición
política de La Matanza tiene mucho de su presente o su historia moderna con
aquel pasado donde los sectores populares tenían en don Juan Manuel de Rosas a
un ilustre vecino. Tiempo después esa misma tradición política tuvo a
un caudillo “sin corona” como fue el dos veces intendente Federico Pedro Russo,
y a dos vicegobernadores como Alberto Balestrini (2011-2015) y la actual
Verónica Magario.
*El autor es periodista e historiador, miembro del
Instituto del Patrimonio Histórico de La Matanza. Ha publicado libros en los
que narra la historia de La Matanza, entre ellos el reciente Isidro
Casanova: de lo rural a lo urbano.
Fuente:
Infocielo, 29
de febrero de 2020.